Ayúdanos
Ayúdanos a luchar por la dignidad de todos
Con Miguel Ángel recé, lloré y grité. Por ese orden. Con Gregorio sentí orgullo, pero también acabé llorando. Ortega me enseñó que una barba y una mirada perdida pueden humedecer los ojos de un país entero. Un 11 de marzo perdí el habla cuando mi hijo no me cogió el teléfono a media mañana. Bolinaga me recordó una barba y una mirada perdida. Me estremecí cuando se le unieron decenas de etarras salidos de prisión. Pero volví a emocionarme. Me emociono al ver la fuerza de quienes, solos, buscan justicia y dignidad en el País Vasco. No “estoy” con las víctimas, “soy” parte de su lucha. Porque pudimos ser nosotros, la lucha de COVITE es la de todos.