- La presidenta del Colectivo, Consuelo Ordóñez, ha denunciado una agresión verbal que sufrió ayer en un bar del centro de Pamplona
- La Jornada se ha celebrado en el Palacio del Condestable de Pamplona y ha tratado varios asuntos que el Colectivo considera retos del posterrorismo
El Colectivo de Víctimas del Terrorismo (COVITE) ha celebrado su XIX Jornada Anual en el Palacio del Condestable en Pamplona, bajo el título “Diez años sin violencia terrorista de ETA: retos y prioridades en el posterrorismo”. En el discurso de inauguración de la jornada, la presidenta de COVITE, Consuelo Ordóñez, ha denunciado una agresión verbal que sufrió ayer en el céntrico bar de Pamplona Gaucho: “Un abertzale empezó a gritarme con un odio que parecía que me iba a pegar, sin parar de repetir ‘me voy de aquí porque me das un asco tía’”, ha asegurado.
La primera mesa redonda de la jornada ha girado en torno a la justicia restaurativa y cómo debe aplicarse esta de forma efectiva con los presos de ETA. El debate ha contado con Elena Maculán, investigadora posdoctoral con contrato Ramón y Cajal en el Departamento de Derecho Penal y Criminología de la UNED; Martín Alonso, profesor de Filosofía y doctor en Ciencias Políticas, XX Premio Internacional COVITE otorgado el 23 de octubre; y Miren Ortubay, profesora de Derecho Penal y miembro del patronato de la Fundación Fernando Buesa. Todos los ponentes han coincidido en destacar que la justicia restaurativa no es una justicia alternativa ni sustitutiva de la justicia penal, y que en ningún caso en delitos tan graves como los de terrorismo se puede prescindir de la justicia penal. “La justicia restaurativa involucra tanto a los victimarios como a las víctimas y a la comunidad afectada por el delito cometido por el perpetrador para tratar de reparar el daño causado por éste, allá donde no llega el derecho penal”, ha afirmado Miren Ortubay.
Desde COVITE, su presidenta, Consuelo Ordóñez, ha defendido que “este tipo de justicia, aplicada a los presos de ETA, debe abordar las tres dimensiones del daño que ha generado el terrorismo de ETA: el daño personal a sus víctimas, el daño social a toda la sociedad y el daño político a nuestro Estado de Derecho”. Ordóñez ha reclamado que desde las instituciones se prepare un programa de justicia restaurativa que sea específico para los presos de ETA, puesto que los delitos que han cometido no son delitos privados y, por tanto, ese programa debe abordar la reparación de esas tres dimensiones que acabo de mencionar, todas ellas interrelacionadas. “En este sentido, es fundamental que quienes formaron parte de ETA contribuyan, con sus discursos y sus actos, al descrédito político y social de la banda terrorista. Los terroristas usaron y legitimaron la violencia para hacer política, deshumanizaron a las víctimas y amedrentaron a gran parte de la sociedad, legitimando así un proyecto político totalitario y unos medios violentos para imponerlo. Ahora es el momento de que reviertan su trayectoria criminal y se desmarquen de ella”.
La segunda mesa redonda ha estado conformada por víctimas del terrorismo, en las que se ha puesto en valor el referente moral y de convivencia pacífica y democrática que han supuesto las víctimas de ETA. Consuelo Ordóñez, presidenta de COVITE, Íñigo Pascual, en representación de ANVITE, y Marta Buesa, en representación de la Fundación Fernando Buesa han denunciado que para el mundo de la izquierda abertzale las víctimas de ETA “siguen siendo invisibles”. Han manifestado su malestar por el “cinismo” de las declaraciones de Otegi del pasado 18 de octubre y porque todo lo que diga el entorno político de ETA “acapare constantemente el foco cuando no dicen nada significativo”. Durante esta mesa se ha puesto de manifiesto que “las víctimas nunca han respondido a la violencia con violencia y nunca se han tomado la justicia por su mano, rompiendo así la espiral de la violencia a la que los terroristas de ETA y sus cómplices querían arrastrarnos a todos. La paz y la libertad de la que hoy disfrutamos en Navarra, en Euskadi y en toda España es gracias a las víctimas y a la actitud pacífica y democrática que han demostrado en todo momento; además de, por supuesto, gracias a la labor desempeñada por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado”.
En la última mesa redonda de las jornadas se han examinado las razones y las consecuencias de la presencia “asfixiante” de los miembros de ETA y de sus reivindicaciones en el espacio público, bien en forma de homenajes explícitos a su salida de prisión o bien en forma de pintadas y pancartas con proclamas a favor de la puesta en libertad o de la impunidad de los etarras presos. Eduardo Mateo, responsable de Comunicación y Proyectos de la Fundación Fernando Buesa, Joseba Eceolaza, miembro de la asociación Gogoan – Por una memoria digna y María Jiménez, profesora de la Universidad de Navarra han analizado el significado de los ongi etorris. “Homenajear al terrorista es un mecanismo para integrarlo en la comunidad nacionalista radical, y se hace mediante un discurso de odio hacia quienes no forman parte de esa comunidad”, ha afirmado María Jiménez. “No solo la verdad de lo sucedido podrá asegurar una buena y justa convivencia”, ha dicho Joseba Eceolaza. “Hace falta también una transmisión de valores democráticos. Los ongi etorris no son reinserción, son todo lo contrario. Para la paz hacen falta mentalidades de paz”. Eduardo Mateo, por su parte, ha insistido en que “no es posible reforzar la convivencia mientras se lanzan mensajes de impunidad hacia los terroristas. Pasar por alto este tipo de cuestiones siempre es la antesala al olvido”. COVITE ha documentado un total de 751 actos de apoyo al terrorismo de ETA desde septiembre de 2016, fecha en que puso en marcha su Observatorio de radicalización, siendo 180 de esos actos homenajes explícitos a miembros de ETA. En lo que va de 2021, COVITE ha registrado 171 actos de apoyo a ETA, 29 de esos actos homenajes públicos a etarras.