El Colectivo ha publicado la investigación ‘HERIDAS’, sobre la inserción de la perspectiva de género en las normas, políticas, programas o proyectos para la protección, reconocimiento y memoria de las víctimas del terrorismo.

El Colectivo de Víctimas del Terrorismo (COVITE) ha presentado hoy en Madrid su proyecto de investigación ‘HERIDAS’, realizado por la consultora internacional, abogada y responsable de Relaciones Internacionales de COVITE Irene Muñoz Escandell, sobre la inserción de la perspectiva de género en las normas, políticas, programas o proyectos para la protección, reconocimiento y memoria de las víctimas del terrorismo. La presidenta de COVITE, Consuelo Ordóñez, ha asegurado que “el estudio de Irene parte de la constatación de que los terroristas no eligen a sus víctimas en función de su género. Las eligen por otros motivos: políticos, religiosos o los que sean”. Pero, ha añadido, “los terribles daños que causa el terrorismo no ofrecen distinciones, el terrorismo nos iguala a todas las víctimas, todas las víctimas somos igual de víctimas frente al terrorismo. Pero cada damnificada y cada damnificado sí afrontan las consecuencias de esta lacra de forma distinta”. En este sentido, este estudio hace hincapié en que “si tenemos en cuenta la perspectiva de género como una categoría de análisis, podremos entender mejor cuál es la situación real de las víctimas y, en consecuencia, proporcionarles una mejor protección y asistencia”. La presidenta de COVITE ha finalizado su intervención recalcando que “las víctimas, antes de ser víctimas y de adquirir esta condición no buscada, son mujeres, hombres, niños y niñas, y por ello el impacto del terrorismo en sus vidas no es el mismo”.

La presentación del proyecto ha continuado con la intervención del periodista Pablo Romero, que ha contado su experiencia como víctima del terrorismo y el “muro de incomprensión” con el que se encontró cuando investigó el asesinato de su padre por parte de ETA. “Gracias a este informe he entendido muchas cosas de mi propia experiencia. Porque la perspectiva de género implica escuchar para entender”, ha afirmado Pablo Romero. “El proyecto HERIDAS gira en torno a la comprensión que necesitan las víctimas del terrorismo, que es lo primero y lo principal que necesitan”.

A continuación, Irene Muñoz Escandell, la autora del estudio, ha explicado en profundidad el objeto del estudio. No se trata con de poner en la balanza el sufrimiento de unas y otros a fin de comprobar cuál pesa más. Tal medición sería inútil, porque el sufrimiento es inconmensurable y pretender desagregarlo por sexos no contribuiría a nada constructivo. La aspiración es lograr no incrementar ese sufrimiento, ignorando las diferentes circunstancias de cada víctima a la luz del contexto sociocultural en el que se mueve, y, si es posible, mitigarlo. En palabras de la autora, “el sistema patriarcal no solo alza un muro de discriminación que afecta especialmente a las mujeres en aspectos derivados, entre otros, de la maternidad, la asunción de obligaciones familiares y el estado civil; sino que instituye un modelo de masculinidad hegemónica que también se convierte en una carga muy pesada para muchos hombres, más aún cuando a causa del atentado sobreviene una discapacidad o se ven abocados a asumir un papel de cuidadores que les imposibilite o dificulte dar cumplimiento al rol que se les ha asignado socialmente por razón de su sexo”.

Irene Muñoz Escandell ha puesto un ejemplo gráfico de la invisibilización que han sufrido las mujeres víctimas del terrorismo a lo largo de las últimas décadas. “Las víctimas del terrorismo son arrastradas por la fuerza de estas corrientes en las que las mujeres, socializadas además en un contexto que tiende a desplazarlas del espacio público, se diluyen con más facilidad”, ha afirmado. Un ejemplo paradigmático es el de Guadalupe Redondo Vian, asesinada al igual que su marido Gonzaño Rey Amez el 29 de julio de 1979. En su ciudad, León, dedicaron una calle al matrimonio en cuyo letrero se leía: “calle de Gonzalo Rey Ámez y esposa”. “Una vida con nombre propio y otra anonimizada, que se hubiera borrado de la memoria colectiva, si no hubiera sido por el denodado esfuerzo de su hija Carmen que no fue hasta el año 2017 cuando logró la modificación del nombre de la vía: calle del Matrimonio Rey Redondo”, ha explicado Irene Muñoz Escandell. “Lo sucedido con Guadalupe Redondo no es un hecho aislado. El borrado de la historia y el tiempo transcurrido hasta lograr situarla en el lugar que le correspondía son la punta del iceberg de algo más profundo: la perpetuación y mantenimiento de los estereotipos sobre las mujeres y la desigualdad estructural de género”, ha finalizado Irene Muñoz Escandell.

Los otros tres ponentes, las periodistas Lourdes Pérez y Estefanía Molina, y el Coronel del Ejército de Tierra y jefe de Unidad de Análisis del DSN, han alabado el trabajo de investigación de Irene Muñoz y destacado algunos aspectos de él. “Se cometían asesinatos masivos o individuales, pero la mayoría de esos crímenes se producían al margen del género de la persona. Los objetivos solían corresponderse con lógicas de otro tipo, bien fuera por criterio político, contra las fuerzas de Seguridad del Estado, o, incluso, buscando una fuerte repercusión social, en caso de atacar a la población civil de forma masiva e indiscriminada. (…) Sería interesante apreciar qué impacto ha tenido en las familias la ausencia de los progenitores, tanto hombres como mujeres, y si ha habido un sesgo respecto a una mayor ausencia de la figura del padre, o en qué situación ha dejado eso a las madres. Si se han podido recibir las ayudas económicas, el apoyo psicológico para los hijos, su desarrollo posterior…”, ha explicado Estefanía Molina. Lourdes Pérez, por su parte, ha afirmado que “en el caso de las víctimas del terrorismo, hablamos de un ecosistema forzado por la violencia del que forman parte los asesinados, perseguidos y extorsionados y sus familiares directos. ETA, organización dirigida históricamente por hombres –con contadas salvedades como ‘Yoyes’ y ‘Anboto’– no eligió a sus objetivos en virtud de su género, aunque entre las reivindicaciones de las que hizo bandera se incluían el feminismo”. Asimismo, ha advertido que, paradójicamente, “los terroristas proclamaban matar en nombre de una Euskal Herria feminista, entendida de la peor manera posible, y todavía no se ha prestado suficiente atención a la evidente falsedad de esa justificación para sus crímenes”.