Discurso del abogado y directivo de COVITE, Rubén Múgica, en la presentación del libro ‘La bolsa y la vida’.
Son muchos quienes en Euskadi y en Navarra no desean la deslegitimación de ETA. Opuestos a reconocer que ETA representa un proyecto totalitario y criminal, se emboscan en un arma de anestesia masiva: el eufemismo. Y así juegan con palabras y conceptos, apelando a conflictos, a contenciosos, a escenarios y a contextos de violencia.
No les va tan mal: ríos de dinero público vasco y navarro han inundado foros y direcciones generales, dando voz y salarios a quienes se envuelven en la palabra “paz” y hablan de la necesidad de alcanzar lo que ellos llaman “normalidad”. Hermosas palabras que en esta tierra no significan nada: para qué querrán tanta paz, si aquí no ha habido ninguna guerra. Sólo persecución totalitaria y discriminación del disidente.
COVITE quiere ayudar al máximo en la difusión de esta obra, que sin duda contribuirá a cerrar el paso a los anestesistas.
Cuando hablamos de “la factura del terror de ETA” no sólo nos referimos al inmenso precio económico que infinidad de empresarios, industriales y profesionales hubieron de pagar a la banda durante los años de su lamentable existencia; si lo redujéramos a una cuestión puramente económica, seríamos nosotros los primeros en desdibujar lo que ETA representó para quienes padecieron la extorsión: si no pagaban, eran amenazados de muerte; y si pagaban, pasaban a ser muertos en vida
Cuando hablamos de “la factura del terror de ETA”, queremos también referirnos a lo que no quieren oír los anestesistas: el precio que han de pagar ETA y sus satélites por haber impuesto ese su proyecto totalitario y criminal. Ese precio no pude ser otro que su derrota y la exhibición pública de su derrota.
Y “La bolsa y la vida” ha de jugar un papel esencial, porque refuerza y vincula a todas las víctimas del terrorismo. Todas las víctimas de ETA hemos compartido los mismos lugares, y todas hemos sido sometidas a la misma vergüenza íntima: la de ser golpeados por aldeanos embrutecidos alrededor de la sangre y de la violencia; ante la jactancia de los matones batasunos y los eficaces chivatos del sindicato LAB, dirigido durante años por un tal “Rafa”, al que así muchos llamaban como si lo conocieran y trataran con frecuencia; ante las explicaciones de panfletos como Egin, Egunkaria y Gara; ante los hombros encogidos de los equidistantes que buscaban la forma de perfeccionar su equidistancia como medio de salvar su vida.
Aunque también ante miles de ciudadanos anónimos y atónitos, dispuestos a movilizarse y a no regalar ni un centímetro cuadrado al crimen organizado
Por eso mismo han de fracasar quienes se afanan en que ETA no sea deslegitimada; quienes dicen querer mirar al futuro y se adornan con pomposidades del tipo “pasar página”, como si el crimen, la persecución y la extorsión pudieran encapsularse y diluirse con el paso del tiempo.
“La bolsa y la vida” tiene la virtualidad de reflejar la peor estigmatización a la que fueron sometidos quieren sufrieron la extorsión y sus familiares: de ellos no se decía “algo habrá hecho”, pues se presuponía que, por tener dinero, debían soportarlo.